21 de Mayo en la Pampa 

Por Nelson Codocedo Gallardo

Muchos recuerdos son buenos solo porque acabaron en el momento indicado.
 Los 21 de mayo y los 18 de septiembre en la pampa:
 el pasado, el presente y el CORONAVIRUS.

Conocido el diagnóstico de la pandemia mundial, el COVID-19, que es una enfermedad infecciosa producida por el coronavirus,
 virus que se propaga de persona a persona y, al estar presente, hace que ella emita gotículas que salen expulsadas por la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar.

Pandemia como la visionada en el ayer...
Me transporto a 1912, ante la llamada Fiebre Amarilla que se desató en Sudamérica y llega a Tocopilla y la pampa salitrera, donde falleció tanta gente descansando en los viejos cementerios de la pampa.
Y marcó la brecha del tiempo, haciéndola cada vez mayor.

Mi pueblo... mi pueblo parece que muere...
 Ya no se escuchan las voces ni el bullido de la familia pampina...
 Ya nadie transita por las corridas de mi pueblo, no hay
 ni un alma que le hable y atienda al paisano,
 nadie ya habla de sus hijos y los hijos de sus hijos, fieles salitreros.

Los ranchos donde se divertían los hombres están silentes,
 la vida sindical, política y social está silenciosa,
 el repicar fuerte de la torre campanario de la iglesia... silente.

Y los bailes religiosos, los chunchos y los morenos que utilizaban en sus danzas las matracas, flautas, bombos, cajas y platillos...
 Todo está silente, pero en un silencio que mata, que desespera, que daña.

El COVID-19 ha taponado nuestra boca y nariz, y los guantes han reemplazado nuestro sentido del tacto.
 Pero no ha muerto nuestra fuerza ni las ganas de seguir adelante. Hoy hablamos con la mirada.

¡¡¡Qué importante se ha vuelto nuestra mirada hoy en día, paisano lindo!!!

Por ahora, solo nos queda la solidaridad, permanecer juntos y elevar nuestras oraciones para que, cuando pase todo esto, busquemos la forma de hacer revivir a mi pueblo como se vivió en otrora:
 Con los famosos salones y sus bailes filarmónicos,
 celebrar las fiestas patrias en cada oficina salitrera,
 con las ramadas… ¿Recuerdan eso...?

Las ramadas de entonces: ¡¡donde se premiaba a la mejor pareja en bailar cueca!!
 Se celebraba con tantos juegos típicos como el palo encebado, el tirar la cuerda entre solteros y casados, en fin...
 ¡¡Tantas actividades que se escapan!!

Recuerdo las salvas de los 21 cañonazos que se hacían oír tempranito en las mañanas, estremeciendo los corazones de todos los pampinos y trayendo momentos de alegría.

Era nuestra identidad cuando niño,
 era nuestra razón de ser pampino.

"La Banda del Litro" tocando cuecas y tonadas en el Odeón de nuestra plaza,
y el espléndido Cuadro Blanco.

Yo, vestido de Boy Scout, formado para desfilar. Y al término del desfile, saliendo de la escuela, me entregaban una bolsa de papel, llena de golosinas y frutas.

Y cuando declamaba un alumno algún poema a nuestro héroe nacional Arturo Prat Chacón, arrancaba aplausos entre los asistentes al desfile.
 Luego, la arenga del director de la escuela y la formación general en posición firme, para interpretar nuestro Himno Nacional.

Recuerdo también las competencias de volantines en la misma plaza.
 Tenía que ser el más bonito, con un buen hilo, 
para que no se fuera a las “pailas”.
 ¡¡Qué hermoso se escuchaba cuando eso ocurría!!

¿Cómo retroceder en el tiempo?
Un sueño de loco.
Sí, me gustaría verlo, aunque nunca volverá a ser como antes, 
pese al optimismo de pampino...

Pero me gustaría preguntar:
 ¿Dónde quedó todo eso, lo que era nuestra identidad?
Todo se esfumó… todo se ha ido como el paso del torbellino,
como el paso de la camanchaca, silenciosa y etérea.

Quedando muy pocos pampinos como únicos sobrevivientes, para contar orgullosos sus vivencias,
 ¡Qué reminiscencias!
 junto a sus familias y amigos.

¡¡¡El coronavirus es el culpable de todo esto!!!
 Cuando escucho decir eso...
 ¡Por Dios que me duele! Porque soy pampino.

Amo a mi pueblo, a mi tierra, a mi gente linda.
 Y eso también es el episodio de nuestra historia...

¿Sabía usted, paisano, que años atrás, cuando daban la luz a los hogares, esta llegaba a las cinco de la tarde?
 Y el día sábado a las tres.
 Y el domingo, durante todo el día...

Pienso optimista:
 ¿Por qué nadie querría ver morir a nuestra pampa?
Aunque estemos colgando de la hilacha, será el día de su regreso, como esa luz…
Esa luz que hipnotiza, esa luz que nos lleva a santificar en nuestros hogares,
esa luz que nos permitirá ese abrazo efusivo,
el querer sentir ese loco corazón palpitante de emoción…

Pero esta vez…
 esa luz será eterna.
¡Que así sea!


Soy el tranque HENRY SLOMAN

Por Nelson Codocedo Gallardo

 

¡¡Hola, hola... alguien camina por ahí puede oírme!! Me pareció escuchar voces...me preocupa esto pensé que ya venían a saquearme una vez más, pero no, no era eso, es el sonido del viento, mi amigo que me revive y me entretiene con su silbido por años cuidando mi vejez y sobrevivencia, recuerden que yo nací en 1910. 

 

Pues bien les diré, que el viento es mi más noble amigo, él se encarga de divertirme arremolinando el polvo en los torbellinos para que ellos jueguen danzantes por este pequeño valle donde vuelan las mariposas y los centenares de patos los llamados gargantillos, el zorro que merodea todo mi sector y en la cascada la trucha busca rio arriba o mini laguna su alimento en mi colosal murallón de cemento, donde siento remecer ruidoso el caudal del rio de mis viejas estructuras y donde el avistamiento de golondrinas que son un espectáculo divino al ojo humano juegan con su vuelo al entorno del viento en los pequeños arbustos. Lagartijas y arañas las veo esconderse por árboles y arbustos en la fauna del rio que aún existen tan hermoso como el agua del rio que corre buscando su cauce resonante constante y con fuerza lucho en mi estado de silencio y tristeza en mi resignación que suelen decirme Monumento.

 

Este soy yo, Tranque Sloman en evidencia total y abandono, y constituyo un patrimonio cultural donde veo que me eluden. Soy una antigua represa hidroeléctrica ubicada en el río Loa, cercana a 180 kilómetros a la comuna de María Elena. En su momento fui diseñado para su construcción por el ingeniero Alemán Henry Sloman el gestor a cargo de mi proyecto el aprovechar el caudal del río Loa y convertir la energía hidráulica en electricidad, que era crucial para el desarrollo industrial de esa época, de las oficinas salitreras Rica Ventura, Prosperidad, Empresa y Buena Esperanza de la región. Durante el auge del salitre a fines del siglo XIX y principios del XX. Aunque hoy me siento solo y quizás en el olvido, pero no me quejo fui privilegiado en algún momento y tuve tiempos de esplendor allá por el año 1911, cuando fui una hermosa represa hidroeléctrica ubicada en pleno desierto del Norte Grande.

 

En mi construcción trabajaron casi 200 hombres que llegaron de diferentes lugares y fueron seis años de trabajo duro para terminar mi construcción. Yo estaba feliz era una gran obra de ingeniería que dio luz a la pobreza dando agua al hombre trabajador pampino que ensangrentaban sus manos por el caliche. En el año 1965 fui desmantelado como planta y solo quedé habilitado como tranque con la misión de regular el riego de los agricultores de Quillagua. 

Bueno y ahora lamentablemente lo vuelvo a vivir estoy abandonado en la mitad del desierto del norte como lo dije lleno de escombros y mucha basura, fui para muchos lo más fantástico con mi murallón de 38 metros de altura ahora doy mucha pena con muy poco nivel de agua. 

Les cuento que un 15 de enero de 1980 fui declarado Monumento Nacional” Una gran distinción y tremendo orgullo para la Comuna de M.E. y el Norte de Chile.

 

Puedo decirles que hoy les dejé un pedazo de historia, estando tan cerca de ustedes y ustedes tan lejos de mí, por lo mismo como una petición les pido a las Autoridades de María Elena que me presten más atención soy un Monumento Nacional Histórico y en las condiciones que hoy me encuentro, y para ello invito a todos los jóvenes y por sobre todo estudiantes pampinos que NO me conocen. También propongo que si algún día me visitan lo hagan en horarios programados para que conozcan el por qué estoy considerado entre los 839 elementos de Monumentos Nacionales que significa mi historia y vuestra cultura.

Profesores y estudiantes, deben venir a visitarme. Una advertencia y precaución de seguridad debido a mi condición de abandono los sitios de ingreso deteriorados, escaleras y lugares adyacente tener los cuidados pertinentes.

¡Lo digo tajante por si aún me quieren tener vivo y en pie! NO quiero ser un coloso de cemento en el olvido.

 

Poemas de Nelson Codoceo

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